Sin Fronteras: emprendimiento inclusivo para ecuatorianos, refugiados y migrantes.

 

En Ecuador, la xenofobia es una realidad. En marzo de 2020, durante un periodo de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organizaciones de la sociedad civil denunciaron un aumento de xenofobia en el país. Sobre todo, en contra de los refugiados y migrantes venezolanos que llegaron tras huir de Venezuela. Esta discriminación, junto a las dificultades para regularizar sus documentos en Ecuador, ha limitado, según  la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, la posibilidad de acceder al mercado laboral formal. Aumentando así su grado de vulnerabilidad.

El Programa Sin Fronteras fue creado precisamente para ayudar a reducir las brechas de desigualdad laboral que afectan a las personas refugiadas y migrantes en Ecuador. El programa es el resultado del trabajo de varias organizaciones de la sociedad civil y empresas privadas, que buscan fomentar proyectos y emprendimientos que motiven la inclusión económica de personas en situación de movilidad humana. También aplica para personas ecuatorianas, porque son la comunidad de acogida y ellas también necesitan estar bien económicamente para que los refugiados lo estén. El programa cuenta con el apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y está financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Juan Romero, gestor de proyectos de la Fundación CRISFE, explica que en 2018, el BID hizo un concurso para identificar una organización específica para que ejecutara el proyecto, y los ganadores fueron ellos. Romero dice que la fundación fue escogida para ejecutar el proyecto porque tiene más de 24 años de experiencia trabajando en temas de emprendimientos. Una de sus iniciativas más conocidas es Emprendefe, un programa que busca desarrollar y fortalecer iniciativas emprendedoras en Ecuador. Según dice Romero, la trayectoria de CRISFE es clave para ayudar a que el Programa sin Fronteras sea exitoso.

El proyecto inició oficialmente en abril de 2020, en medio de la pandemia por covid-19, cuando el BID hizo el primer desembolso de los fondos. La fundación tuvo que hacer cambios y reestructurar el programa para adaptarlo a la nueva realidad. Por ejemplo, algunos de los procesos como las capacitaciones y las charlas se realizaron de manera virtual. El programa durará  36 meses, y consta de tres etapas principales: educación, emprendimiento, y empleabilidad.

En la etapa de educación el objetivo principal es fortalecer las capacidades para el empleo y el emprendimiento de los participantes del programa. Se busca lograrlo con  capacitaciones a cargo de algunas empresas privadas y organizaciones de la sociedad civil con experiencia en temas de emprendimiento.

La segunda fase es la de emprendimiento. En ella, los participantes usarán un modelo de negocios que usa herramientas visuales para analizar o desarrollar una idea de emprendimiento. Expertos del programa Emprendefe harán el acompañamiento y guiarán a los participantes para que aprendan cuáles son las mejores herramientas para que su negocio sea exitoso.

Juan Romero explica que, durante esta etapa, se escogerán las mejores ideas y se vincularán con un acelerador de Emprendefe, lo que “permite a los negocios consolidarse de manera adecuada y trazarse metas de expansión y crecimiento”, dice Romero. Con esta herramienta, lo que se busca es consolidar los mercados, los medios de comercialización, las estrategias de marketing y los estándares de controles financieros, que todo negocio necesita para ser exitoso.

 

          

 

Finalmente, en la etapa de empleabilidad, el objetivo es conectar a algunos participantes con empresas que estén buscando contratar personal. Cuando el proyecto se planteó en 2018, había alrededor de 20 empresas dispuestas a formar parte de esta etapa. Sin embargo, debido a la emergencia sanitaria y a la crisis económica que trajo, la situación ha cambiado. “Prácticamente lo que nos han reportado es que se les va a hacer muy difícil contratar”, dice Romero. En 2021, según explica, “solo el 25% de las empresas [que forman parte del proyecto] va a contratar personal nuevo”. Por esto, ahora CRISFE está adaptando su planificación y buscando alternativas para que los participantes alcancen otras oportunidades laborales.

 

          

 

El Programa Sin Fronteras está planteado para que se ejecute solo en la ciudad de Quito. Se espera que al menos seis mil personas postulen al programa, y que de ellas, alrededor de 4.500 sean capacitadas en la fase de emprendimiento. Sin embargo, Juan Romero de CRISFE dice que si se logran conseguir más fondos y construir más alianzas, les gustaría expandir el proyecto a Guayaquil y Cuenca, y beneficiar a más personas.

Sin Fronteras es una iniciativa única en el país. Romero destaca que su implementación es clave para la integración económica y social de los refugiados y migrantes en Ecuador. Pero también es importante porque es un programa que busca, sobre todo, crear una sociedad más justa e inclusiva.